El sabor de España se compone de cochinillo segoviano, paella valenciana, quesos zamoranos, jamón ibérico de Guijuelo, morcilla de Burgos, gambas de Huelva, marisco gallego… y un sinfín de delicias más.
España se caracteriza por su rica y cuidada gastronomía, sus diferentes regiones sobresalen por sus brillantes productos culinarios. Una de las preguntas más frecuentes que se plantean los comensales es cómo combinar los productos en la mesa con el vino adecuado, para potenciar y disfrutar del sabor de los manjares. Por ello, el maridaje suscita siempre uno de los mayores debates culinarios.
Encontramos dos posturas: por un lado, quienes afirman que ciertos vinos deben “casarse” para toda la vida con determinados platos, siguiendo unas reglas generales de armonía. Por otro, aquellos que se muestran detractores del maridaje, pues apuntan que el “sí quiero” entre vino y alimentos es una utopía.
Sea cual sea la postura con la que nos identifiquemos, lo que es fundamental es sacar el máximo provecho al acuerdo entre comida y vinos.
En primer lugar, nos centramos en los más clásicos, en los amantes del maridaje, quienes prodigan las siguientes reglas de combinación:
- Los vinos generosos son el acompañante ideal de cualquier aperitivo.
- Los vinos tintos ligeros jóvenes son los más adecuados para tomar con cordero asado, carne de ternera y de ave. También es aceptable con pastas, verduras, paella, embutidos, los huevos fritos o sopas con base de carne.
- Los vinos tintos, crianza, reserva y gran reserva son los acompañantes ideales de guisos y estofados, legumbres y quesos fuertes y fermentados.
- Los vinos blancos secos ligeros son el complemento perfecto de los mariscos en general, son destacables las ostras, los langostinos y las gambas.
- Los vinos blancos secos son excelentes para acompañar a los pescados cocidos, el centollo, el jamón, las chuletas de cordero, los caracoles, las sopas con base de pescado.
- Los vinos dulces son la elección correcta para disfrutar de postres con chocolate y fruta, hojaldres y bizcochos, además de foie y patés.
También, como se exponía al principio, existen los detractores del maridaje, quienes afirman que vino y plato son plurales e independientes.
Es vital disfrutar del plato o del vino que más apetezca en el momento, sin tener en cuenta si armoniza o no. Si llegado el caso no armoniza, basta con poner por medio un “trago” de agua para dejar limpio el paladar. El objetivo siempre es buscar el placer sensorial.